"El miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento"
Con estas palabras intentaba Yoda convencer al joven Luke Skywalker de que el camino a la verdad y a la paz y en definitiva al lado luminoso de la fuerza no es el odio, ni la venganza, ni el miedo. No le faltaba razón.
Cuando uno ve las noticias diarias o estudia la historia reciente del ser humano, se da cuenta de lo cruel, violento, vengativo y racista que puede llegar a ser el hombre y a menudo nos preguntamos ¿cómo es posible? Por desgracia nos paramos muy poco a reflexionar sobre qué es lo que nos puede llevar a quitar la vida a otra persona. Incluso, llegando un poco más allá, puedes pensar si tú mismo podrías llegar a hacerlo en un caso extremo ¿Qué es lo que lleva a un ser humano a desear la muerte de otra persona? la respuesta para la inmensa mayoría de los casos nace en el miedo. Esa es la conclusión de Yoda en Star Wars y la mía propia.
El mayor caso de odio extremo en la historia del mundo se vivió hace apenas 70 años y lo conocemos como la II Guerra Mundial, conflicto en el que en total llegaron a morir en torno a 60 millones de personas o lo que es lo mismo, el 2% de la población mundial de la época, en su mayor parte civiles. La mayor guerra de la historia tuvo su causa en el odio y el deseo de venganza de una nación, la alemana, pero sobretodo de un hombre, Adolf Hitler. Alemania, consumida en una gravísima crisis a consecuencia de su derrota en la I Guerra Mundial, hizo ascender al poder al Partido Nazi de Hitler, quién culpó de su situación, con un magnifico trabajo de propaganda y demagogia, a la victoriosa Francia y a los judíos, quienes controlaban el poder económico del país. Así, extendió rápidamente el odio hacia franceses y judíos, aprovechándose del miedo a la crisis de los alemanes. Es aquí donde está la clave, el MIEDO, puesto que a una persona que lo padece, lo podrás convencer de lo que sea con tal de que le des una esperanza y sobretodo un culpable a su miedo hacia el que dirigir su IRA. Hitler convenció al pueblo alemán porque él era novedad, frescura, esperanza, fuerza, orgullo y patriotismo para una débil y temerosa Alemania hasta ahora sin esperanza. Pero como bien decía Yoda, el miedo lleva a la ira y la ira al ODIO. El objetivo y obsesión de Hitler, como escribió antes de su ascenso político en su obra "Mi Lucha" era devolver el orgullo perdido a Alemania y humillar a la odiada Francia. Hitler no pararía hasta ver los tanques alemanes desfilar junto a la Torre Eiffel. Su otra obsesión de odio, los judíos, lo llevó a perseguir y dar lugar al Holocausto, el cual fue tan horrible y espantoso como nos relatan las películas. Pero no hay que olvidar jamás que aquello no fue ficción, no era cine, era real y fue la máxima expresión del odio humano vista jamás. Para Hitler y los fanáticos nazis, judíos, gitanos, negros, latinos, deficientes mentales, homosexuales... todos ellos eran considerados como "sub-humanos", en contraposición a su superior "raza aria".
Así, el odio suele reencarnarse a menudo en racismo. Este no fue único de los nazis en el Holocausto. El odio y el racismo dan lugar al siguiente estadio, el SUFRIMIENTO. Sufrimiento porque odiar y después matar no compensa, no equilibra nuestra balanza, no calma nuestro alma, nuestra sed de venganza, tan solo se conseguirá que si no se ha llegado aún a tal punto de odio que se deja de ser humano, se pasará al siguiente estadio que es el remordimiento. Este remordimiento fue el que padecieron muchos alemanes al comprobar lo que los fanáticos nazis hacían en los campos de concentración, cuando sintieron vergüenza de sí mismos, de haber contribuido a esa causa, de haber hecho "oídos sordos". Sin embargo, el odio y su consecuente sufrimiento en las víctimas, es algo que se multiplica exponencialmente también en el que padece. Las guerras suelen surgir como conflictos ideológicos o por intereses, pero en muy poco tiempo pasan a ser un "ojo por ojo", pasan a ser VENGANZA, pasan a ser períodos dominados única y exclusivamente por el odio donde el ser humano muestra su peor cara. Ahí ya da igual que se trate de un nazi, un bolchevique, un americano, un británico, un japonés... da igual, es la ley del odio entre todos. Los rusos violaban a las mujeres alemanas e incluso también asesinaron judíos según conquistaban el país, EE.UU. dejó caer las dos primeras bombas atómicas de la historia sobre Japón asesinando en total a 160.000 y 80.000 personas respectivamente, muchas de ellas en el acto y otras fruto de la radiación, se bombardearon las ciudades alemanas sin cesar asesinando a millones de civiles, etc. Todo esto sin hablar de la propia guerra, de las batallas cuerpo a cuerpo en las que el soldado o lucha y mata por supervivencia o lucha y mata por odio. En este sentido hay que destacar que no todos los soldados sentían ese odio, quizás sí al principio, pero no al comprobar los horrores de la guerra. Otros sin embargo sí, otros simplemente serían hijos del odio hasta su propia autodestrucción como seres humanos.
Siento este eterno post, pero tenía ganas desde hace tiempo de reflexionar y escribir sobre esto. Son temas que nos tocan la fibra sensible, que nos pueden incomodar y que algunos prefieren no tratar, pero que creo que son temas indispensables de no olvidar y comprender para no caer jamás en estos errores, que con cierto temor empiezo a deslumbrar de nuevo en la gente de nuestro moderno y libre siglo XXI... o quizás es que jamás se fue, no lo se, quizá el odio es parte de nosotros, pero me resisto a creer que es algo inevitable e innato en el hombre, quiero creer que con voluntad el hombre puede autoeducarse para no caer en el odio.
Si has llegado hasta aquí, gracias y espero que te haya servido de algo este post.
1 comentarios:
He leído las tres últimas entradas del tirón y sólo puedo decirte una cosa:
Eres un gran historiador, y siempre lo serás.
Un beso.
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